Qué me van a contar.

No me habléis de eso de su mirada
porque sé que nadie nunca tuvo huevos a negarle nada,
que ya sé que apostar siempre fue un riesgo,
porque lo hice y por ella y lo perdí todo,
y desde entonces no he vuelto a saber de inseguridades,
ni de esa coraza que ataba y asfixiaba,
que perdí el norte y me descubrió que había más coordenadas,
que sé lo que es perder el miedo a saltar al vacío
si es su mano la que me agarra,
porque no hay mayor abismo que pensar en perderla.

Que aposté por ella y gané todo,
fue escudo en la batalla contra mis miedos,
que gané pase privado a su mundo interno
y os juro que si pudierais verlo jamás podríais vivir de nuevo sin tenerlo.

No quiero que me cuenten sobre su caos,
que me sé todas y cada una de sus dudas infinitas,
que la he visto llorar noches hasta hacerlas amanecer,
he visto como se hacía pedazos internos
y os aseguro que nunca habéis admirado ruinas más bonitas.

Que me sé sus maneras de tornado,
su fuerza de mar en cada pestañeo,
y que perderíais el culo por uno de sus silencios,
y por una de sus palabras salvavidas.

No me vengáis a hablar de heroínas
si aún no se ha cruzado en vuestro camino
y os ha demostrado eso de que a veces,
los pequeños detalles son los que te hacen vibrar.

No me habléis de riesgos,
si no la habéis cometido,
ni de cuerdas,
si no habéis dejado que os ate,
ni de drogas,
ni no sois dependientes de ella,
ni de piedras,
si no la habéis tropezado.

Porque sólo ella es capaz de aparecer
y demostrarte que detrás del túnel se encuentra el paisaje,
de convertir tus mayores errores
en tus mayores aciertos,
y que equivocarse al fin de cuentas,
no es más que otra manera de acertar.

Y de verdad os juro,
que si algún día la conocierais,
pasaríais el resto de vuestras vidas
tropezándola una y otra vez.